CATEQUESIS POR RADIO. ESCUELA RADIAL DE CATEQUESIS: IGLESIA 1 era parte

sábado, 1 de junio de 2013

IGLESIA 1 era parte



MATERIA IGLESIA
Por el Profesor Lic. P. Néstor Cruz García

PRIMERA  CLASE:    ¿Cómo nace el cristianismo?                 

Antes de hablar de Iglesia tenemos que comprender 5 temas que caracterizan el cristianismo
EL NOMBRE DE JESUS PARA LOS HEBREOS
LA ESPERA DE UN MESIAS EN EL PUEBLO HEBREO
LA PREDICACION DE JESUS Y LA CENTRALIDAD DEL REINO
EL MOVIMIENTO RELIGIOSO QUE INICIO JESUS
LA VENIDA DEL ESPIRITU SANTO QUE HACE LA IGLESIA


1.      El nombre de Jesús para los hebreos
El nombre Jesús deriva del hebreo Yeshú, que es la forma abreviada de Yeshúa
Yeshúa es a su vez una forma abreviada de Yehoshúa, Josué el sucesor de Moisés que condujo al pueblo de Israel a la tierra prometida.
Yeshú fue un nombre popular entre los judíos hasta comienzos del siglo 2° d.C.
La veneración de Jesucristo por parte de los cristianos impulsó a los  judíos a dejar de utilizarlo como nombre personal. En su lugar pusieron Josué como forma común del nombre que llevó buen número de rabinos destacados.
Pero en el siglo 1° era un  nombre corriente que muchos llevaban. Para diferenciarlo de otros lo llamaban a Jesús el de Nazaret y muchos otros el Mesías (o el Cristo, en griego el Ungido).
Yehoshúa (Josué-Jesús) significa “Yahvé ayuda”. Una interpretación popular lo reinterpretó con el significado de “Yahvé salva”. Esta explicación popular está reflejada en el sueño que tiene José en Mt 1,21: “Le pondrás de nombre Jesús, porque el salvará a su pueblo de los pecados”.
Filón, un filósofo judío del siglo 1° dirá, reflejando la misma tradición: Jesús se interpreta como salvación de Dios”.
Lo mismo Mateo que Lucas afirman que es de Belén; pero Mt 2 y Lc 2 son los únicos dos capítulos del NT que lo indican. No se vuelve a encontrar eco de ello en los relatos de la infancia ni en el resto de Mateo y Lucas ni en el resto del NT: Jesús es simplemente Jesús de Nazaret, Jesús el Nazareno o Jesús el Nazareo.



2.      La espera de un mesias en el pueblo hebreo
El cristianismo surgió del judaísmo. Alli estan los comienzos del cristianismo.
El pueblo judío había disfrutado de considerable independencia bajo dominación griega.
La dominación de los romanos con los judíos comenzó en el año 63 a.C y, alrededor del año 6 de nuestra era, Judea se convirtió en una provincia puesta bajo el mando de un procurador romano
Los saduceos pugnaban por una fidelidad rígida a la ley hebrea, rechazaban toda posibilidad de inmortalidad personal y estaban a favor de la cooperación con los romanos.
Los fariseos seguían rigurosamente el rito judío y, aunque deseaban liberar a Judea del control romano, no apoyaban los medios violentos para alcanzar esta meta.
Los esenios eran una secta judía que vivía en comunidad religiosa cerca del mar Muerto. speraban un Mesías que salvaría a Israel de la opresión, anunciaría el reino de Dios y establecería el verdadero paraíso en la Tierra (Manuscritos 1947)
Los zelotes, eran extremistas militantes que propugnaban el derrocamiento violento de la dominación romana. Una revuelta judía en el año 66 de nuestra era fue sofocada por los romanos tras cuatro años. El Templo de Jerusalén fue destruido y el poder romano se impuso una vez más de manera absoluta en Judea.
En medio de la confusión y de los conflictos de Judea, Jesús de Nazaret comenzó su predicación pública. Jesús creció en Galilea, importante centro de los militantes zelotes.

3.      La predicación de Jesús y la centralidad del reino
El mensaje de Jesús era muy simple. No intentaba atacar la religión tradicional: “No he venido a abolir la ley o los profetas; sino a darles cumplimiento”.
Lo importante no era la letra de la ley y el sometimiento a las prohibiciones, sino la transformación  de lo íntimo de la persona: “Amarás a Dios por encima de todas las cosas y al prójimo como a ti mismo,  esto resume la ley y los profetas” (Mt 22,34).
Muchos siguieron a Jesús como el Mesías que salvaría a Israel de la opresión romana y establecería el reino de Dios pero Jesús habló de un reino celestial, y no de un reino terrenal: “Mi reino no es de este mundo” (Jn 18,33-37). En consecuencia, defraudó a los radicales.
Los líderes religiosos conservadores juzgaron que Jesús socavaba el respeto hacia la religión judía tradicional. Lo juzgaron con la Ley y buscaron matarlo para callarlo.
Para los romanos y sus aliados locales, el nazareno era un revolucionario capaz de transformar las esperanzas judías de un reino mesiánico en una sublevación contra Roma.
Jesús fue objeto de rechazo en diversos ámbitos, y al final fue entregado a las autoridades romanas. El procurador Poncio Pilatos ordenó su crucifixión.
Sus seguidores de Jesús difundieron la noticia de que Jesús había vencido la muerte, había resucitado y luego había ascendido a los cielos. Era el Mesías, el Cristo quien regresaría e instauraría el reino de Dios.
“El reino de Dios está cerca”, es el objeto primero de la predicación de Juan  Bautista y de Jesús. El tema proviene del Antiguo Testamento, que lo anunciaba y preparaba su venida.
Los profetas anuncian que vendrá un rey futuro, el Mesías prometido y esperado, hijo de David. Sobre todo a partir del exilio este anuncio de los profetas toma un nuevo sentido: Yahvé, como un pastor va a ocuparse en persona de su rebaño, lo reunirá para devolverlo a su tierra
El pueblo judío vivirá en la espera del reinado (la esperanza mesiánica).
Jesús anuncia a los pueblos de Galilea la buena noticia del reino. “Reino de Dios” según Marcos; “Reino de los cielos” según Mateo, dos expresiones equivalentes. “El reino de Dios ha llegado” (Mt. 4,23; 9,35; 12,28). De ahí que es necesaria una decisión y abrazar las exigencias del reino para ser discípulo de Jesús.
El reino será también el tema central de la predicación evangélica (Hech 19,8; 20,25; 28,23).
¡Que es el reino?
El reino es una realidad misteriosa, que irrumpe y que Jesús quiere dar a conocer.
La revela solo a los humildes, a los pequeños, no a los sabios de este mundo (Mt 11,25),
El reino es lo que vale más que nada.
Jesús pide para entrar en el reino, alma de pobre, confianza de niño, búsqueda activa, sacrificio de todo lo que se posee, soportar las persecuciones, especial caridad fraterna, en una palabra, el cumplimiento de la voluntad del Padre (Mt 7,21).
Se requiere un nuevo nacimiento (Jn 3,3).
En el Antiguo testamento esperaba la llegada del reino como algo majestuoso. El mismo Juan Bautista anunciaba el juicio y el castigo como algo inminente y definitivo. Jesús lo presenta de otra manera: es una semilla depositada en tierra, es levadura, tiene humildes comienzos pero esta llamado a ser un gran árbol, abarcará a todas las naciones.
El reino de Dios vendrá definitivamente con la segunda venida de Cristo, cuando vuelva glorioso Jesucristo, se consumará el reino.
El tiempo intermedio será el tiempo del testimonioel tiempo de la Iglesia.
¡Ven señor Jesús!, ¡Venga tu reino! (Mt 6,10).

4.      El movimiento religioso que inició Jesús
El cristianismo comenzó como un movimiento religioso dentro del judaísmo
En el año 70 son expulsados del judaísmo.
Pablo transformó el cristianismo en un movimiento religioso más amplio fundando comunidades  a todo lo largo de Asia Menor y en las costas del mar Egeo.
Fue Pablo quien proveyó un fundamento universal para la difusión del mensaje de Cristo. Ya no era necesaria la Ley de Moisés. Aceptando a Cristo como salvador podrían ser salvados.
Jerusalén fue el primer centro del cristianismo, su destrucción por los romanos en el año 70 impulso la fundación de las iglesias cristianas en muchas ciudades del oriente, así como en algunos lugares de la parte occidental del imperio.
Los grupos de primeros cristianos se reunían al atardecer en casas privadas para compartir una comida comunitaria, llamada ágape o banquete, y para celebrar la cena del Señor.
Al formarse las primeras comunidades cristianas tenían una organización flexible, en la que hombres y mujeres desempeñaban funciones importantes. Algunas mujeres ejercían posiciones relevantes y, a menudo, como predicadoras.
En los Hechos se puede seguir el desarrollo de los ministerios en los primeros tiempos según las distintas comunidades y tradiciones: maestros, profetas, doctores, misioneros, encargados y encargadas de comunidades en las casas de familia, diáconos, presbíteros, obispos.
A principios siglo 2°, los obispos llegaron a ejercer autoridad sobre los presbíteros. La autoridad de estos obispos se basó en la sucesión apostólica: como sucesores de los apóstoles.
El cristianismo fue en su origen un movimiento muy amplio y pluralista que lentamente fue definiendo su organización, su pastoral, su unidad doctrinal, sus ministerios ordenados, su institucionalización.
Y siguió viviendo cambios en los primeros 10 siglos, y mayores cambios en la Edad Media, y sigue siendo una realidad que constantemente se renueva para volver a los orígenes, a los primeros cristianos y el espíritu de las primeras comunidades.


5.      La venida del Espíritu Santo para hacer la Iglesia
Tenemos que poder ver la Iglesia desde la Trinidad y no como una organización que hizo Jesús o sus discípulos.
El Dios único, cuya vida y plenitud es la Trinidad de personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, convoca al hombre a la comunión con el creador y con los demás hombres.
LLAMADO  al hombre para entrar en diálogo.
INVITACION para que todos los hombres entren en  comunión con Él y entre sí.
En latín CONVOCATIO Y CONGREGATIO, este es el sentido de la Iglesia.
En este sentido la Iglesia existe desde el comienzo de la creación
La Iglesia es la presencia del Dios que esta llamando, congregando, salvando
La Iglesia es la presencia de la salvación sin ser ella misma la salvación
La Iglesia es el medio, instrumento, signo y sacramento de esa salvación
En el AT la salvación sucede bajo la figura de la elección de un pueblo entre muchos otros pueblos. Israel se reconocía Iglesia , Asamblea.
En hebreo GAHAL: los llamados y EDA: comunidad reunida;
En griego ECCLESÍA: iglesia convocada y SINAGOGUÉ: asamblea reunida
Israel se consideró exclusivamente a sí mismo como comunidad étnica y pueblo elegido. Por eso en el tiempo establecido llega Jesucristo que es la salvación divina definitiva. En Cristo todos somos elegidos, llamados y salvados.
Él congrega a la humanidad en su persona y convoca a los pobres y a los débiles para encomendarles su misión salvadora.
El modo es una NOVEDAD ABSOLUTA, ya no es el Dios que llama, es el mismo Dios que congrega en Cristo a toda la humanidad.
Todo esto es obra del Espíritu Santo que se derramó para hacer esta obra
Siempre en la Iglesia el Espíritu Santo tiene que tener la prioridad, tiene que impulsar la vida cristiana y no las leyes, estructuras, tradiciones, costumbres
El es el alma de la comunión, el hacedor de la Iglesia, el que logra la unidad en la diversidad. Es la fuerza que renueva todas las cosas para hacer que el Evangelio se vaya encarnando
Es la luz para que el mensaje del reino se haga realidad en cada época de la historia.
Es el amor de Dios presente aún mas allá de los limites visibles de la Iglesia
Es la acción del reino de Dios que convoca a los pobres y los libera.
¡Ven Espíritu Santo y renueva toda la superficie de la tierra!
¡Ven Espíritu Santo y renueva a la Iglesia para que sea fiel al Evangelio!

Profesor Lic. P. Néstor Cruz García

APUNTES COMPLETOS DE LA PRIMERA CLASE

PRIMERA CLASE:    ¿Cómo nace el cristianismo?

Antes de hablar de Iglesia tenemos que comprender 5 temas que caracterizan el cristianismo
EL NOMBRE DE JESUS PARA LOS HEBREOS
LA ESPERA DE UN MESIAS EN EL PUEBLO HEBREO
LA PREDICACION DE JESUS Y LA CENTRALIDAD DEL REINO
EL MOVIMIENTO RELIGIOSO QUE INICIO JESUS
LA VENIDA DEL ESPIRITU SANTO QUE HACE LA IGLESIA

6.      El nombre de Jesús para los hebreos
El nombre Jesús deriva del hebreo Yeshú, que es la forma abreviada de Yeshúa que se encuentra en los libros tardíos de la Biblia hebrea. Yeshúa es a su vez una forma abreviada de Yehoshúa, Josué el sucesor de Moisés que condujo al pueblo de Israel a la tierra prometida. Yeshú fue un nombre popular entre los judíos hasta comienzos del siglo 2° d.C. La veneración de Jesucristo por parte de los cristianos impulsó a los  judíos a dejar de utilizarlo como nombre personal. En su lugar pusieron Josué como forma común del nombre que llevó buen número de rabinos destacados. Pero en el siglo 1° era un  nombre corriente que muchos llevaban.
Para diferenciarlo de otros lo llamaban a Jesús el de Nazaret y muchos otros el Mesías (o el Cristo, en griego el Ungido). En tiempos de Pablo y en varios historiadores paganos como Tácito y Suetonio lo llaman Cristo como si se tratara de su nombre propio.
Los nombres hebreos antiguos eran usualmente una forma abreviada de una frase que proclamaba algo acerca de Dios. Yehoshúa (Josué-Jesús) significa “Yahvé ayuda”. Con el tiempo recibió una interpretación popular que lo reinterpretó con el significado de “Yahvé salva”. Esta explicación popular del nombre es tá reflejada en el sueño que tiene José en Mt 1,21: “Le pondrás de nombre Jesús, porque el salvará a su pueblo de los pecados”. Filón, un filósofo judío del siglo 1° dirá, reflejando la misma tradición: Jesús se interpreta como salvación de Dios”.
Lo mismo Mateo que Lucas afirman que es Belén; pero Mt 2 y Lc 2 son los únicos dos capítulos del NT que lo indican claramente. No se vuelve a encontrar eco de ello en los relatos de la infancia ni en el resto de Mateo y Lucas ni en el resto del NT: Jesús es simplemente Jesús de Nazaret, Jesús el Nazareno o Jesús el Nazareo.



7.      La espera de un mesias en el pueblo hebreo
El cristianismo surgió del judaísmo, por ello es que se hace necesario escudriñar en el mundo político-religioso judío con el fin de encontrar los comienzos del cristianismo.
En tiempos helénicos, el pueblo judío había disfrutado de considerable independencia, bajo los gobernantes seleúcidas, bajo dominación griega. La dominación de los romanos con los judíos comenzó en el año 63 a.C y, alrededor del año 6 de nuestra era, Judea se convirtió en una provincia puesta bajo el mando de un procurador romano. Sin embargo, continuó la intranquilidad, aumentada por las divisiones entre los mismos judíos.
Los saduceos pugnaban por una fidelidad rígida a la ley hebrea, rechazaban toda posibilidad de inmortalidad personal y estaban a favor de la cooperación con los romanos.
Los fariseos seguían rigurosamente el rito judío y, aunque deseaban liberar a Judea del control romano, no apoyaban los medios violentos para alcanzar esta meta.
Los esenios eran una secta judía que vivía en comunidad religiosa cerca del mar Muerto. Tal y como se revela en los pergaminos del mar Muerto —una colección de documentos descubiertos en 1947—los esenios, al igual que otros judíos, esperaban un Mesías que salvaría a Israel de la opresión, anunciaría el reino de Dios y establecería el verdadero paraíso en la Tierra.
Un cuarto grupo, los zelotes, eran extremistas militantes que propugnaban el derrocamiento violento de la dominación romana. Una revuelta judía en el año 66 de nuestra era fue sofocada por los romanos tras cuatro años. El Templo de Jerusalén fue destruido y el poder romano se impuso una vez más de manera absoluta en Judea.
En medio de la confusión y de los conflictos de Judea, Jesús de Nazaret comenzó su predicación pública. Jesús creció en Galilea, importante centro de los militantes zelotes.

8.      La predicación de Jesús y la centralidad del reino
El mensaje de Jesús, básicamente, era muy simple. Dio seguridades a sus camaradas judíos de que no intentaba minar su religión tradicional: “No piensen que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles cumplimiento”.
De acuerdo con Jesús, lo importante no era el rígido fanatismo de la letra de la ley y el sometimiento a las reglas y a las prohibiciones, sino la transformación  de lo íntimo de la persona: “Amarás a Dios por encima de todas las cosas y al prójimo como a ti mismo,  esto resume la ley y los profetas” (Mt 22,34). El mandamiento de Dios era muy sencillo, amar a Dios y al prójimo.
En el sermón de la montaña, Jesús expresó los conceptos éticos de humildad, caridad y amor fraterno que conformarían las bases del sistema de valores de una nueva civilización. Como está claro, no coincidían con los valores de la clásica civilización greco-romana.
Muchos siguieron a Jesús como el Mesías que salvaría a Israel de la opresión y establecería el reino de Dios, Jesús habló de un reino celestial, y no de un reino terrenal: “Mi reino no es de este mundo” (Jn 18,33-37). En consecuencia, defraudó a los radicales.
Por su parte, los líderes religiosos conservadores juzgaron que Jesús socavaba el respeto hacia la religión judía tradicional. Lo juzgaron con la Ley y buscaron matarlo para callarlo.
Para las autoridades romanas de Palestina y sus aliados locales, el nazareno era un revolucionario en potencia capaz de transformar las esperanzas judías de un reino mesiánico en una revuelta contra. Roma. Por consiguiente, Jesús se descubrió como objeto de dificultades en diversos ámbitos, y al final fue entregado a las autoridades romanas. El procurador Poncio Pilatos ordenó su crucifixión.
Unos fieles seguidores de Jesús difundieron la noticia de que Jesús había vencido la muerte, había resucitado y luego había ascendido a los cielos. La creencia de la resurrección de Jesús se volvió un dogma importante de la doctrina cristiana. Jesús era aclamado ahora como el Mesías, el Cristo (“ungido” en griego) quien regresaría e instauraría el reino de Dios.
“El reino de Dios está cerca”, es el objeto primero de la predicación de Juan  Bautista y de Jesús. El tema proviene del Antiguo Testamento, que lo anunciaba y preparaba su venida.
El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob no tiene rasgos reales (de rey), ni siquiera  cuando Dios revela su nombre a Moisés (Ex, 3,14: “Yo soy el que soy”). Es el Dios de la Alianza. Después de la instalación en la tierra prometida, se recurre a esta representación simbólica  de Yahvé como rey: Yahvé reina sobre Israel (Jue 8,23; 15ª 8,7); Yahvé reina para siempre (Ex 15,18) en el cielo (Sal  11,4); en la tierra (Sal 47,3) en toda la creación  (Sal 93,1), reina sobre todas las naciones (Jer. 10,7), hay un pueblo que Él escogió como su propiedad , allí reside el gran rey en medio de su pueblo, en Jerusalén (Jer. 8,19).
Con el tiempo el pueblo de Israel se procura un rey pero esta realeza  humana debe subordinarse a la realeza de Yahvé, al que deben servir. A pesar de todo, la monarquía fue ambigua: el reinado de Dios no coincide con las ambiciones de los reyes. Por eso intervienen una y otra vez los profetas. Finalmente llega la caída de la monarquía (la causa profunda fue el haberse apartado del verdadero y único rey).
Al derrumbarse la monarquía Israel vuelve a recordar los tiempos de la Alianza. Por su parte los profetas anuncian que vendrá un rey futuro, el Mesías prometido y esperado, hijo de David. Sobre todo a partir del exilio este anuncio de los profetas toma un nuevo sentido: Yahvé, como un pastor va a ocuparse en persona de su rebaño, lo reunirá para devolverlo a su tierra (Miq. 2,13; Ez. 34,11; Is. 40,9). La buena noticia que se anuncia a Jerusalén es: “Tu Dios reina” (Is. 52,7). Este reinado se extenderá a todas las naciones (Zac. 14,9; Is. 24,23).
En tiempo de la persecución de Antíoco Epifanes a los judíos viene el profeta Daniel a renovar las promesas acentuando el reinado trascendente de Dios que va a instaurarse (Dan 2,44). El símbolo del Hijo del hombre que viene sobre las nubes evoca este reino que viene. Su venida irá acompañada de un juicio (Dan 7,14) y el señor reinará para siempre (Sab. 3,8). En adelante el pueblo judío vivirá en la espera del reinado (la esperanza mesiánica).
Con frecuencia se esperó que se concretara en forma política, la restauración de la monarquía davídica. Otros más religiosos la veían como una realidad interior. Distintos grupos la interpretaban de manera diferente (ver antes Saduceos - Fariseos – Esenios - Zelotes).
Jesús anuncia a los pueblos de Galilea la buena nueva del reino. “Reino de Dios” según Marcos; “Reino de los cielos” según Mateo, dos expresiones que son equivalentes. “El reino de Dios ha llegado” (Mt. 4,23; 9,35; 12,28). De ahí que es necesaria una decisión, hay que convertirse y abrazar las exigencias del reino para ser discípulo de Jesús. El reino es también el tema central de la predicación evangélica (Hech 19,8; 20,25; 28,23).

El reino es una realidad misteriosa, que Jesús quiere dar a conocer. La revela solo a los humildes, a los pequeños, no a los sabios de este mundo (Mt 11,25), a sus discípulos se la revela claramente, para el resto todo es enigmático (Mc. 4,11). El reino es lo que vale más que nada y que hay que adquirir aún a costa de todo lo que se posee (Mt 13,44). Es gracia, don que Dios quiere dar, pero el hombre debe responder con su apertura, los pecadores endurecidos no heredarán el reino de los cielos (1 Cor 6,9; Gal 5,21). Jesús pide para entrar en el reino, alma de pobre, confianza de niño, búsqueda activa, sacrificio de todo lo que se posee, soportar las persecuciones, especial caridad fraterna, en una palabra, el cumplimiento de la voluntad del Padre (Mt 7,21). Se requiere una conversión, un nuevo nacimiento (Jn 3,3).
Estamos todos llamados a entrar en el reino de Dios (Hech 14,22), Dios nos llama a su reino y a su gloria (1 Tes.2,12). En el Antiguo testamento esperaba la llegada del reino como algo majestuoso e inmediato. El mismo Juan Bautista anunciaba el juicio y el castigo como algo inminente y definitivo. Jesús lo presenta de otra manera: es una semilla depositada en tierra (Mt 13,3), es levadura (Mt 13,33), tiene humildes comienzos (Lc 12,32) pero esta llamado a ser un gran árbol (Mt 13,31), acogerá a todas las naciones, existe en la medida en que la palabra de Dios es acogida por los hombres (Mt 13,23).

El nombre de Jesucristo se identifica con el reino de Dios: hay que creer en Jesús para tener acceso al reino. Jesús ocupa el lugar central en las tres etapas que el reino debe pasar:
1. En su vida terrena Jesús es reservado respecto al título de rey, pero no vacila en identificar la causa del reino de Dios con la suya propia (Mc 10,29; Mt 13,41; Lc22,29), revela los misterios del reino progresivamente en las parábolas, después de resucitado completará esta revelación (Hech 1,3), y el Espíritu Santo vendrá para terminarla (Jn 14,26; 16,13).
2. Con su resurrección Jesús es entronizado rey a la derecha de Dios Padre (Hech 3,21).
3. Al final de los tiempos Jesús entregará la realeza a Dios Padre y los fieles recibirán la herencia en el Reino de Cristo y compartirán su gloria (Ap. 3,21).
En un sentido se han cumplido los tiempos y el reino llegó, pero hay un tiempo entre su inauguración histórica y su realización permanente. Si el reino está llamado a crecer debe contar con el tiempo.
Después de la resurrección de Jesús se cumple su entrada en la gloria y la venida del Reino pero hay que esperar su segundo venida para que esto se manifieste en todos y en todo. Este tiempo intermedio será el tiempo del testimonioel tiempo de la Iglesia.
El reino de Dios vendrá definitivamente. Con la segunda venida de Cristo, cuando vuelva glorioso Jesucristo, se consumará el reino. Hasta entonces el reino se manifiesta en signos y señales, mientras suspiramos por su venida: ¡Ven señor Jesús!, ¡Venga tu reino! (Mt 6,10).

9.      El movimiento religioso que inició Jesús
El cristianismo comenzó como un movimiento religioso dentro del judaísmo, y así lo consideraron las autoridades romanas durante muchas décadas. Aunque la tradición afirma que uno de los discípulos de Cristo, Pedro, fundó la iglesia cristiana en Roma, el personaje más importante de los primeros tiempos del cristianismo —después de Jesús— fue Pablo de Tarso. Pablo se acercó a los no judíos y transformó el cristianismo de una secta judía en un movimiento religioso más amplio.
Llamado el “segundo fundador del cristianismo”, Pablo fue un judío, ciudadano romano, muy influido por la cultura griega helenística. Creía que el mensaje de Cristo debería ser predicado no sólo a los judíos, sino a los gentiles (los no judíos). Pablo fue pionero en la fundación de comunidades cristianas a todo lo largo de Asia Menor y en las costas del mar Egeo.
Fue Pablo quien proveyó un fundamento universal para la difusión de las ideas de Cristo. Enseñó que Cristo era el hijo de Dios, que había venido a la Tierra para salvar a todos los seres humanos, pecadores por desobedecer a Dios. Con su muerte, Cristo había expiado los pecados de la humanidad y había hecho posible que todos los hombres y mujeres experimentaran un nuevo comienzo con la posibilidad de la salvación personal. Aceptando a Cristo como salvador, ellos también podrían ser salvados.
Aunque Jerusalén fue el primer centro del cristianismo, su destrucción por los romanos en el año 70 de nuestra era dejó a las iglesias cristianas con una considerable independencia. Alrededor del año 100 se habían fundado iglesias cristianas en muchas de las ciudades principales del oriente, así como en algunos lugares de la parte occidental del imperio.
Muchos de los primeros cristianos provenían de las filas de los judíos helenizados y de las poblaciones del oriente de habla griega. Pero en los siglos III y IV, un creciente número de seguidores hablaban latín. Una traducción latina del Nuevo Testamento, escrito originalmente en griego, aparecida poco después del año 200, ayudó a este proceso.
Los grupos de primeros cristianos se reunían al atardecer en casas privadas para compartir una comida comunal, llamada ágape, o banquete de amor, y para celebrar lo que llegó a conocerse como el sacramento de la eucaristía, o cena del Señor, celebración comunal de la última cena de Cristo.
Al formarse las primeras comunidades cristianas tenían una organización flexible, en la que hombres y mujeres desempeñaban funciones importantes. Algunas mujeres ejercían posiciones relevantes y, a menudo, como predicadoras. Las iglesias locales se congregaban bajo el gobierno de consejos de ancianos (presbíteros). En los Hechos se puede seguir el desarrollo de los ministerios en los primeros tiempos según las distintas comunidades y tradiciones:  maestros, profetas, doctores, misioneros, encargados y encargadas de comunidades, diáconos, presbíteros, obispos. A principios del segundo siglo, los obispos llegaron a ejercer considerable autoridad sobre los presbíteros. La autoridad de estos obispos se basó en la sucesión apostólica: como sucesores de los doce apóstoles de Jesús.
El cristianismo fue en su origen un movimiento muy amplio y pluralista que lentamente fue definiendo su organización, su pastoral, su unidad doctrinal, sus ministerios ordenados, su institucionalización. Y siguió viviendo cambios en los primeros 10 siglos, y mayores cambios en la Edad Media, y sigue siendo una realidad que constantemente se renueva para volver a los orígenes, a los primeros cristianos y el espíritu de las primeras comunidades.

10. La venida del Espíritu Santo para hacer la Iglesia
Tenemos que poder ver la Iglesia desde la Trinidad y no como una organización que hizo Jesús o sus discípulos. El Dios único, cuya vida y plenitud es la Trinidad de personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, el Dios que es principio sin principio y eterna plenitud, libremente se donó a sí mismo en la creación. Aunque la creación en cuanto tal no es Dios, sino algo distinto de Dios, en cuanto creatura de Dios  es revelación del propio ser del Creador. Dios se manifiesta y llama al hombre a entrar en relación con él, convoca al hombre a la comunión con el creador y con los demás hombres.
LLAMADO  al hombre para entrar en diálogo.
INVITACION para que todos los hombres entren en  comunión con Él y entre sí.
En latín CONVOCATIO Y CONGREGATIO, este es el sentido de la Iglesia.
En este sentido la Iglesia existe desde el comienzo, desde Adán porque desde el principio Dios se encuentra en diálogo con la humanidad. La Iglesia es la presencia del Dios que esta llamando congregando, salvando, comunicando al hombre su amor y su verdad. La Iglesia es la presencia de la salvación sin ser ella misma la salvación, es presencia del amor divino. La Iglesia es el gran gesto del amor de Dios que atrae al hombre hacia el amor divino. La Iglesia es el medio, instrumento, signo y sacramento de esa salvación porque es la agrupación de todos aquellos que responden al llamado de Dios.
Por el pecado se rompió la unión de Dios con la humanidad. El hombre se encerró en si mismo para vivir en forma autónoma. La consecuencia fue la muerte. Dios nuevamente extiende sus brazos para abrazar con amor a su criatura, amor que ahora es de perdón y de reconciliación. Su salvación sucede bajo la figura de la elección de un pueblo entre muchos otros pueblos y otra vez el llamamiento y la invitación. Israel se reconocía Iglesia , Asamblea.
En hebreo GAHAL: los llamados y EDA: comunidad reunida;
En griego ECCLESÍA: iglesia convocada y SINAGOGUÉ: asamblea reunida
La salvación es ahora una elección, desde el pecado es necesaria la conversión libre y consciente para que la gracia de Dios llegue al hombre. A pesar de la advertencia de los profetas, Israel se consideró exclusivamente a sí mismo como comunidad étnica, eso impedía que el amor de Dios hacia la humanidad pecadora fuera claramente visible para todos.
Por eso en el tiempo establecido llega Jesucristo que es la salvación divina definitiva. En Él se comunica al mundo la plenitud de la vida divina como palabra absoluta de verdad y como donación para el mundo del amor en el Espíritu Santo. Cristo es el gesto visible y perceptible del amor de Dios, la aparición del ser de Dios para nosotros. En Cristo todos somos elegidos, llamados y salvados.
En su vida terrena Cristo se solidariza con los pequeños, los pecadores, los pobres, los despreciados: es  una solidaridad real con la humanidad pecadora. Él la congrega en su persona y convoca a los pobres y a los débiles para encomendarles su misión salvadora. Él establece la Iglesia sobre el fundamento de los Apóstoles.
La Iglesia de la nueva Alianza es la acción de Cristo pero es la manifestación definitiva que Dios Trino ofreció desde el principio. El modo es una NOVEDAD ABSOLUTA, ya no es el Dios que llama, es el mismo Dios que congrega en Cristo a toda la humanidad. Es la Iglesia de Cristo en cuanto que Cristo no sólo es su fundador sino que además en Él se hace la congregación de todos los hombres y Él se halla permanentemente presente en ella.
Todo esto es obra del Espíritu Santo que se derramó para renovar, congregar, animar y enviar a los hombres y mujeres en quienes Jesús sigue presente y a quienes encargó que lleven a cabo esta salvación a lo largo de la historia.
Siempre en la Iglesia el Espíritu Santo tiene que tener la prioridad, tiene que impulsar la vida cristiana y no las leyes, estructuras, tradiciones, costumbres que el Espíritu ha ido suscitando a lo largo de la historia. Si hemos recibido el Espíritu de Jesús Resucitado dejémonos conducir por este Espíritu Santo de Dios. El es el alma de la comunión, el hacedor de la Iglesia, el que logra la unidad en la diversidad. Es la fuerza que renueva todas las cosas para hacer que el Evangelio se vaya encarnando en cada pueblo y cultura. Es la luz para que el mensaje del reino se haga realidad en cada realidad social y en cada época de la historia. Es el amor de Dios presente aún mas allá de los limites visibles de la Iglesia, llenando el universo entero, allí donde alguien construye el reino de amor, paz y justicia, donde los pobres son el centro de la comunión y reciben el anuncio del Evangelio que los rescata y libera.
¡Ven Espíritu Santo y renueva toda la superficie de la tierra!
¡Ven Espíritu Santo y renueva a la Iglesia para que sea fiel al Evangelio!

Lic. P. Néstor Cruz García

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