SEGUNDA
CLASE: La Iglesia según el Concilio Vaticano II
El
Concilio Vaticano II, reunido entre 1962 y 1965, elaboró 16 documentos:
4 Constituciones
9 Decretos
3 Declaraciones
Hay
cuatro documentos fundamentales para una comprensión renovada de la
Iglesia:
Lumen Gentium Constitución
dogmatica sobre el misterio de la Iglesia
Unitatis Redintegratio Decreto
sobre el ecumenismo
Nostra
Aetate Declaración
sobre las relaciones con las religiones no cristianas
Gaudium et
Spes Constitución
sobre la Iglesia en el mundo actual
Hay
5 elementos de la
Lumen Gentium que dan una nueva comprensión de la
Iglesia:
1. Comprende
a Iglesia como una obra de la Trinidad (capítulo 1)
2. Comprende
a la Iglesia prioritariamente como Pueblo de Dios (capítulo 2)
3. Los ministerios
como servicio y la colegialidad episcopal (capítulo 3)
4. Todos
estamos llamados a la santidad (capítulo 5)
5. La
Iglesia será perfecta al final de los tiempos (capitulo 7)
1. La
Iglesia es la obra de la Trinidad
La
Iglesia es la gran obra de la Trinidad. El Padre tiene desde siempre
un plan de salvación. Vino el Hijo, enviado por el Padre, y para hacer la
voluntad del Padre inauguró en la tierra el reino de los cielos, nos reveló su
misterio y nos redimió con su obediencia.
Cuando el Hijo terminó la obra que el padre le encargó
en la tierra, fue enviado el Espíritu Santo para que santificara
continuamente a la
Iglesia. El conduce a la Iglesia a la verdad
total y la renueva sin cesar.
2.
Primero la Iglesia es Pueblo de Dios y el bautismo es lo común a
todos
Va
tomando cada vez más importancia la concepción comunitaria de la salvación y
de la Iglesia. Y después
de un largo debate los obispos en el Concilio van a decidir poner primero el
capítulo 2 sobre lo común a todos los miembros de la Iglesia y luego
el capítulo 3 sobre las jerarquía y los ministerios ordenados, que es la misión
de algunos.
Es volver a los orígenes del cristianismo y remarcar el
sacerdocio común de los fieles, común a todos los miembros de la Iglesia. TODOS los
discípulos de Cristo en oración y alabanza a Dios, se ofrecen como sacrificio
vivo, santo y agradable a Dios, dan testimonio de Cristo en todas partes y han
de dar razones de su esperanza de la vida eterna.
La pertenencia a la Iglesia es concéntrica.
TODA LA HUMANIDAD de alguna manera se ordena a la salvación de la
que la Iglesia es signo, germen e inicio.
Así, los fieles católicos están plenamente incorporados a la Iglesia
Se siente unida por muchas razones con todos los cristianos bautizados aunque no
profesen la fe en su integridad o no conserven la comunión con el sucesor de
Pedro. El Espíritu
Santo actúan también en ellos y los santifica con sus
dones y gracias.
También los judíos están ordenados al Pueblo de Dios porque Dios no se
vuelve atrás después de haber llamado y dado sus dones.
El designio de salvación comprende también a los musulmanes que reconocen al
único Dios Creador y profesan la fe de Abrahán.
Tampoco Dios está lejos de los que lo buscan entre imágenes
con sincero corazón e intentan hacer la voluntad de Dios a través de los que
les dice su conciencia.
Dios tampoco niega su ayuda a los que los que no lo conocen pero se esfuerzan en vivir
con honradez. Por lo tanto, todos están llamados a la salvación que Dios
ofrece.
El
Concilio plantea que la Iglesia es una COMUNION. Este es el concepto
principal que está en muchos de los documentos conciliares y es el mayor aporte
del Concilio.
La
Iglesia es un MISTERIO como COMUNIDAD FRATERNA que vive la
COMUNION en el amor del Dios Trinidad.
Este misterio se desarrolla en diversos
niveles que constituyen CENTROS DE COMUNIÓN Y PARTICIPACIÓN, en orden a
edificar la Iglesia.
La familia (DP 582-589) La
ley del amor en la familia es la comunión y participación, no la dominación. La familia
es una “pequeña Iglesia domestica”.
Pequeñas comunidades (DP
638-643) en las que crece la experiencia de nuevas relaciones interpersonales
en la fe y un compromiso con la realidad social del barrio.
Las
Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) son un modo de ser Iglesia.
Son comunidades porque viven una experiencia de unión,
integradas por familias, ancianos y niños, adultos y jóvenes compartiendo la fe
y la vida.
Son eclesiales porque son comunidades de fe, esperanza
y caridad, en comunión visible con los pastores.
Son de base porque están constituidas por pocos
miembros, procurando una vida más evangélica en el seno del pueblo, y en el
compromiso por transformar el mundo.
Son un hecho eclesial particularmente latinoamericano.
La parroquia (DP 644) es
centro de coordinación y de animación de comunidades, de grupos y de
movimientos. Es comunidad de comunidades. Está unida al Obispo que confía al
párroco la atención pastoral de la comunidad.
La Iglesia Particular o Diocesis (DP 645-647) es
una porción del Pueblo de Dios que se encarna en un
contexto socio-cultural, presidida por un Obispo, que a través de su comunión
con el Colegio Episcopal y con el Papa, la comunión con la Iglesia Universal.
3. Los ministerios como servicio y la
colegialidad episcopal
Cristo para dirigir al Pueblo de Dios instituyó en su
Iglesia diversos ministerios que están ordenados al bien de todo el Cuerpo. Los
ministros están al servicio de sus hermanos para que todos, en libertad y
orden, lleguen a la salvación.
Así como San Pedro y los demás Apóstoles formaron un
único colegio apostólico, asi están unidos el papa, sucesor de Pedro y los
obispos, sucesores de los Apóstoles. El volver a descubrir la “colegialidad
episcopal” corrigió el unilateralismo papal que había dejado el Concilio
Vaticano I en 1870.
Sucedió que el Concilio debió suspenderse por la guerra
de unificación de Italia y solo se trató el dogma de la infalibilidad papal sin
poder tratar sobre todos los ministerios.
El Concilio Vaticano II insistió en tres grupos que
componen la Iglesia:
Los laicos: viene de “laos” que
en griego significa los del pueblo, es decir todos los fieles que pertenecen
a la Iglesia por el bautismo somos laicos.
La jerarquía: la componen los que han
recibido el sacramento del Orden Sagrado.
Este sacramento tiene tres grados: Obispos, presbíteros y
diáconos.
Los
religiosos y religiosas: todos
debemos vivir los consejos evangélicos pero algunos hacen una consagración
total de sus vidas a Jesús y realizan votos de castidad, pobreza y obediencia.
Forman distintas congregaciones, órdenes o familias religiosas según la
espiritualidad del fundador o el carisma propio.
4. Todos estamos llamados a la santidad
La Iglesia no puede dejar de ser santa. Cristo amó
a su Iglesia como a su esposa. El
se entregó por ella para santificarla, la unió a sí
mismo como a su propio cuerpo y la llenó del don del Espíritu Santo para gloria
de Dios.
Por eso todos en la Iglesia están llamados
a la santidad.
Jesús predicó a todos sus discípulos la santidad de
vida, de la que Él es el autor y consumador: “Sean perfectos como su
Padre del cielo es perfecto”.
Es un cambio muy grande para invitar a todos a sentirse
parte y participar en la misión de la Iglesia, como a tener un
protagonismo activo en la transformación del mundo.
5. La Iglesia será perfecta al final de los tiempos
La Iglesia solo llegará a su perfección en la
gloria del cielo, cuando llegue el tiempo de la restauración universal y la
humanidad con el universo entero queden perfectamente renovados en Cristo.
Mientras peregrina en la tierra la
Iglesia necesita de una permanente conversión y renovarse siempre en el
Espíritu y en la fidelidad al Señor.
Al final de los tiempos cuando Cristo se manifieste
glorioso y resuciten los muertos, toda la Iglesia de los santos
alabará a Dios, unida y plena en la felicidad del amor de Dios.
SEGUNDA
CLASE . Apunte completo:
La
Iglesia según el Concilio Vaticano II
El
Concilio Vaticano II, reunido entre 1962 y 1965, elaboró 16 documentos:
4 Constituciones
Dei Verbum sobre la revelación
Lumen Gentium sobre la Iglesia
Sacrosanctum Concilium sobre la liturgia
Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual
9 Decretos
Ad Gentes sobre la misión
Apostolicam Actuositatem sobre los laicos
Christus Dominus sobre los obispos
Presbyterorum Ordinis sobre los sacerdotes
Optatam Totius sobre la formación sacerdotal
Perfectae Caritatis sobre la vida religiosa
Orientalium Ecclesiarum sobre las Iglesias orientales
Unitatis redintegratio sobre el ecumenismo
Inter Mirifica sobre los medios de comunicación social
3 Declaraciones
Dignitatis Humanae sobre la libertad religiosa
Gravissimum Educationis sobre la educación cristiana
Nostra Aetate sobre las religiones no cristianas)
Hay
cuatro documentos fundamentales para una comprensión renovada de la Iglesia:
Lumen
Gentium Constitución
dogmatica sobre el misterio de la Iglesia
Unitatis Redintegratio Decreto
sobre el ecumenismo
Nostra
Aetate Declaración
sobre las relaciones con las religiones no cristianas
Gaudium et
Spes Constitución
sobre la Iglesia en el mundo actual
Hay
5 elementos de la
Lumen Gentium que dan una nueva comprensión de la
Iglesia:
6. Comprende
a Iglesia como una obra de la Trinidad (capítulo 1)
7. Comprende
a la Iglesia prioritariamente como Pueblo de Dios (capítulo 2)
8. Los
ministerios como servicio y la colegialidad episcopal (capítulo 3)
9. Todos
estamos llamados a la santidad (capítulo 5)
10. La Iglesia será perfecta al
final de los tiempos (capitulo 7)
1. La
Iglesia es la obra de la Trinidad
Dios Padre creó el mundo por una decisión libre y
misteriosa de su sabiduría y bondad. Decidió elevar a los hombres a la
participación de la vida divina, y tras el pecado les ofreció siempre su ayuda
para salvarlos. Este es el plan de Dios: convocar en la Iglesia a los creyentes
en Cristo. Esta Iglesia aparece prefigurada desde los orígenes del mundo,
preparada en la historia del pueblo de Israel, constituida por Jesucristo,
manifestada por la venida del Espíritu Santo y llegará gloriosamente a su
plenitud al final de los siglos. Entonces como dicen los Santos Padres
Gregorio, Agustín y Juan Damaceno, “desde el justo Abel hasta el último
elegido” se reunirán con el Padre en la Iglesia Universal.
La
Iglesia es la gran obra de la Trinidad. El Padre tiene
desde siempre un plan de salvación. Vino el Hijo, enviado por el Padre, y para
hacer la voluntad del Padre inauguró en la tierra el reino de los cielos, nos
reveló su misterio y nos redimió con su obediencia.
Cuando
el Hijo terminó la obra que el padre le encargó en la tierra, fue enviado el Espíritu Santo para
que santificara continuamente a la Iglesia. El conduce a la Iglesia a la verdad
total y la renueva sin cesar.
Así,
como dicen los Santos Padres Cipriano, Agustín y Juan Damaceno, toda la Iglesia
aparece como el pueblo unido “por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo.
2.
Primero la Iglesia es Pueblo de Dios y el bautismo es lo común a todos
“En
todo tiempo y lugar ha sido grato a Dios el que le teme y practica la justicia. Sin embargo,
quiso santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados, sin
conexión entre si, sino hacer de ellos un pueblo para que le conociera de
verdad y le sirviera con una vida santa”. Va tomando cada vez más importancia
la concepción comunitaria de la salvación y de la Iglesia. Y después
de un largo debate los obispos en el Concilio van a decidir poner primero el
capítulo 2 sobre lo común a todos los miembros de la Iglesia y luego el
capítulo 3 sobre las jerarquía y los ministerios ordenados, que es la misión de
algunos.
Los
bautizados por el bautismo y por la unción del Espíritu Santo, quedan
consagrados como sacerdocio santo para que ofrezcan, a través de las obras
propias del cristiano, sacrificios espirituales y anuncien las maravillas del
que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Es volver a los orígenes del
cristianismo y remarcar el sacerdocio común de los fieles, común a todos los
miembros de la
Iglesia. TODOS los discípulos de Cristo en oración y
alabanza a Dios, se ofrecen como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, dan
testimonio de Cristo en todas partes y han de dar razones de su esperanza de la
vida eterna.
La
pertenencia a la Iglesia es concéntrica. TODA LA HUMANIDAD de alguna manera se
ordena a la salvación de la que la Iglesia es signo, germen e inicio.
Así, los fieles católicos están plenamente incorporados a la Iglesia, aceptan
íntegramente su constitución y todos los medios de salvación establecidos en
ella y están unidos a Cristo dentro de su estructura visible. La Iglesia se
siente unida por muchas razones con todos los
cristianos bautizados aunque no
profesen la fe en su integridad o no conserven la comunión con el sucesor de
Pedro. El Espíritu
Santo actúan también en ellos y los santifica con sus
dones y gracias. También los judíos están ordenados al Pueblo de Dios porque Dios no se
vuelve atrás después de haber llamado y dado sus dones. El designio de
salvación comprende también a los musulmanes que reconocen al único Dios Creador y profesan la
fe de Abrahán. Tampoco Dios está lejos de los que
lo buscan entre imágenes con sincero corazón
e intentan hacer la voluntad de Dios a través de los que les dice su
conciencia. Dios tampoco niega su ayuda a los que los que
no lo conocen pero se esfuerzan en vivir
con honradez. Por lo tanto, todos están llamados a la salvación que Dios
ofrece.
El
Concilio plantea que la Iglesia es una COMUNION. Este es el concepto principal
que está en muchos de los documentos conciliares y es el mayor aporte del
Concilio.
La Iglesia es
una comunión. La Iglesia tiene una misión: predicar la conversión, liberar al
hombre e impulsarlo hacia el misterio de comunión con la Trinidad y de comunión
con todos los hermanos, transformándolos en agentes y cooperadores del designio
de Dios. Cada bautizado es atraído por el Espíritu de Amor, quien le impulsa a
salir de sí mismo, a abrirse a los hermanos y a vivir en comunidad. En la unión
entre nosotros se hace presente el Señor Jesús Resucitado.
El
don maravilloso de esta vida nueva se realiza en cada
Iglesia particular (Diócesis), y también en la familia, en pequeñas comunidades
y en las parroquias. Desde estos centros de evangelización, el Pueblo de Dios
en la Historia, por el dinamismo del espíritu y la participación de los
cristianos, va creciendo en gracia y santidad. En su seno surgen carismas y
servicios.
La
Iglesia es un MISTERIO como COMUNIDAD FRATERNA que vive la COMUNION en el amor
del Dios Trinidad. Este misterio logra su arraigo y desarrolla su dinamismo
transformador de la vida humana en diversos niveles que constituyen CENTROS DE
COMUNIÓN Y PARTICIPACIÓN, en orden a edificar la Iglesia y a su irradiación
misionera.
La familia (DP 582-589) es
imagen de Dios, que en su misterio más íntimo no es soledad sino familia. Dios
invita a los esposos a una intima comunión de vida y de amor, cuyo modelo es el
amor de Cristo a su Iglesia. La ley del amor conyugal es la comunión y
participación, no la
dominación. Es en la familia donde se comienzan a vivir
los valores evangélicos. La familia es una “pequeña Iglesia domestica”. La
oración, el trabajo y la actividad educadora de la familia, deben orientarse a
transformar las estructuras de la sociedad, por la comunión y participación entre
los hombres y mujeres de una nación. Por eso la familia debe anunciar y
denunciar, comprometerse en el cambio del mundo en sentido cristiano y
contribuir al progreso, a la justicia y a la paz.
Pequeñas comunidades (DP
638-643) en las que crece la experiencia de nuevas relaciones interpersonales
en la fe, la profundización de la Palabra de Dios, la participación en la
Eucaristía, la comunión con los pastores, y un compromiso mayor con la justicia
en la realidad social de sus barrios y ambientes.
Las
Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) son un modo de ser Iglesia. ¿Cuáles son
sus características?
Son comunidades porque viven una experiencia de unión,
conocimiento, escucha en común de la palabra, vida de fe compartida, están
integradas por familias, ancianos y niños, adultos y jóvenes compartiendo la fe
y la vida.
Son eclesiales porque son comunidades de fe, esperanza
y caridad, que celebran la Palabra de Dios y se nutre con la Eucaristía,
realiza la Palabra de Dios en la vida, a través de la solidaridad y el
compromiso y hace presente y actuante la misión eclesial a través de
coordinadores aprobados, manifestando así la comunión visible con los pastores.
Son de base porque están constituidas por pocos
miembros, en forma permanente y a manera de célula de la gran comunidad,
procurando una vida más evangélica en el seno del pueblo, colaborando en la
construcción de un nueva sociedad, en ellas se expresa el pueblo
sencillo y se le da posibilidad de participación concreta en la tarea eclesial
y en el compromiso por transformar el mundo.
Son un hecho eclesial particularmente latinoamericano.
La parroquia (DP 644) realiza
una función integral de Iglesia, es centro de coordinación y de animación de
comunidades, de grupos y de movimientos. Es comunidad de comunidades. Aquí se
abre más el horizonte de comunión y participación. Su vínculo con la comunidad
diocesana está asegurado por la unión con el Obispo que confía al párroco la
atención pastoral de la
comunidad. Es lugar de encuentro, de fraterna comunicación
de personas y bienes, superando las limitaciones propias de las pequeñas
comunidades. Es un “segundo” nivel de organización de la Iglesia.
La Iglesia Particular o Diocesis (DP 645-647) a
imagen de la
Iglesia Universal, es donde se encuentra y opera
verdaderamente la Iglesia de Cristo que es una, santa, católica y apostólica.
Es una porción del Pueblo de Dios, definida por un contexto socio-cultural en
el cual se encarna. Está presidida por un Obispo, principio y fundamento de su
unidad.
Por
ser sucesores de los Apóstoles, los Obispos, a través de su comunión con el
Colegio Episcopal y con el Romano pontífice, garantizan la apostolicidad, la
fidelidad al Evangelio y la comunión con la Iglesia Universal.
3. Los ministerios como servicio y la
colegialidad episcopal
Cristo
para dirigir al Pueblo de Dios instituyó en su Iglesia diversos ministerios que
están ordenados al bien de todo el Cuerpo. Los ministros están al servicio de
sus hermanos para que todos, en libertad y orden, lleguen a la salvación. Jesucristo edificó
su Iglesia enviando a los Apóstoles como Él mismo había sido enviado por el
Padre. Los obispos, sucesores de los Apóstoles, junto con el sucesor de Pedro
dirigen la Iglesia.
Así
como, por disposición del Señor, San Pedro y los demás Apóstoles formaron un
único colegio apostólico, por análogas razones están unidos entre si, el papa,
sucesor de Pedro y los obispos, sucesores de los Apóstoles. El volver a
descubrir la “colegialidad episcopal” corrigió el unilateralismo papal que
había dejado el Concilio Vaticano I en 1870.
Sucedió que el Concilio debió suspenderse por la guerra de
unificación de Italia y solo se trató el dogma de la infalibilidad papal sin
poder tratar sobre todos los ministerios.
Nota: Pio IX convoca el Concilio Vaticano I en 1869. En
este concilio se aprobó como dogma la infalibilidad papal. En la tercera sesión
de abril de 1870 se aprueba la Constitución Dogmática Dei Filius sobre
la fe católica. En la cuarta sesión de julio de 1870 se aprueba la Constitución Dogmática Pastor Aeternum sobre
la Iglesia de Cristo que declara el dogma de la infalibilidad papal.
El concilio tuvo que ser suspendido en octubre de 1870 cuando el ejército
italiano para la unificación conducido por Víctor Manuel II tomó los Estados
Pontificios. El 20 de octubre Pío IX los suspende. El Concilio nunca se
concluyó.
La Iglesia es Pueblo de Dios y todos sus miembros
participan en la misión de Cristo de hacer presente a Dios en el mundo, de
comunicar la gracia de Dios a los hombres, de construir el Reino de Dios
en la historia.
Pero hay distintos carismas en la iglesia. El Concilio Vaticano
II insistió en tres grupos que componen la
Iglesia:
Los laicos: viene de “laos” que
en griego significa los del pueblo, es decir todos los fieles que pertenecen a
la Iglesia por el bautismo somos laicos. Son muchos los ministerios laicales en
la Iglesia que abarcan la vida parroquial, el barrio, la familia, la sociedad,
el trabajo, la cultura, la educación, la salud, la política, la economía, el
arte, la catequesis, la misión, la comunidad, la liturgia…etc.
La jerarquía: la componen los que han
recibido el sacramento del Orden Sagrado.
Este sacramento tiene tres grados: Obispos, presbíteros y
diáconos.
Dentro de los obispos hay distintos
cargos.
OBISPOS Sucesores
de los Apóstoles, pastores de una diócesis
PAPA Obispo
de Roma, sucesor de Pedro
CARDENALES Eligen
al Papa
ARZOBISPOS Obispos
de una arquidiócesis (diócesis principales)
NUNCIOS Embajadores
del Vaticano en cada país
MONSEÑORES Título
honorífico de obispos y curiales. Se concede a sacerdotes.
Son todos obispos y reciben distintos nombres por las
funciones o misión que realizan. Cualquier sacerdote puede ser elegido obispo
(hacen la elección los obispos del país y Roma). El Papa es signo y principio
de unidad y comunión para todos los obispos católicos.
Cualquier obispo puede ser elegido Papa pero en la práctica
se elige un cardenal (hacen la elección los cardenales reunidos en Cónclave).
Cardenales, arzobispos, nuncios son todos obispos con distintas tareas
organizativas y pastorales. Monseñor es un título honorífico quiere decir “Mi
Señor”, puede no emplearse en la práctica
Algunos obispos prefieren ser llamados “Padre Obispo”
Dentro de los sacerdotes hay una diversidad:
PARROCOS A
cargo de una parroquia
VICARIOS Acompañan
al párroco
DIOCESANOS Del
clero del lugar, de una diócesis
RELIGIOSOS Pertenecen
a alguna congregación
Son llamados sacerdote, padre, cura. Pastor no se usa (por
su raiz protestante) pero lo son por colaborar con el obispo en esta misión de
pastorear la Iglesia.
Dentro de los diáconos hay una diversidad:
TRANSEUNTES Paso
previo a ser ordenados sacerdotes
PERMANENTES Que
serán siempre diáconos
CELIBES Consagrados
en el celibato
CASADOS Esposos
que ejercen el diaconado. Son parte de la jerarquía
Los religiosos y religiosas: todos
debemos vivir los consejos evangélicos pero algunos hacen una consagración
total de sus vidas a Jesús y realizan votos de castidad, pobreza y obediencia.
Forman distintas congregaciones, órdenes o familias religiosas según la
espiritualidad del fundador o el carisma propio. Reciben el nombre de Vida
Consagrada.
Hay también diversidad:
MONJES Y
MONJAS Vida
monástica (oración y trabajo). Ordenes
RELIGIOSOS
Y RELIGIOSAS Vida apostólica (pastoral
o inserta). Congregaciones
OTRAS
FORMAS Institutos
de vida secular
Vírgenes consagradas
Ermitaños (viven solos)
Laicos consagrados
6. Todos estamos llamados a la santidad
La Iglesia no puede dejar de ser santa. Cristo amó a su
Iglesia como a su esposa. El
se entregó por ella para santificarla, la unió a sí
mismo como a su propio cuerpo y la llenó del don del Espíritu Santo para gloria
de Dios. Por eso todos en la Iglesia están llamados a la santidad. Jesús predicó
a todos sus discípulos la santidad de vida, de la que Él es el autor y
consumador: “Sean perfectos como su Padre del cielo es perfecto”.
Jesús envió a todos el Espíritu Santo para
que los mueva interiormente. El bautismo y la fe los ha hecho verdaderamente
hijos de Dios, participan de la naturaleza divina y son, por lo tanto,
realmente santos. Por eso deben, con la gracia de Dios, conservar y llevar a
plenitud en su vida la santidad que recibieron.
Para todos está claro que todos los cristianos de
cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana
y a la perfección del amor. En los diversos géneros de vida y ocupación, todos
cultivan la misma santidad.
Es un cambio muy grande para invitar a todos a sentirse
parte y participar en la misión de la Iglesia, como a tener un protagonismo
activo en la transformación del mundo y a hacer que el Reino se haga presente
en la realidad actual, mundial, local y planetaria.
7. La Iglesia será perfecta al final de los tiempos
La Iglesia solo llegará a su perfección en la gloria
del cielo, cuando llegue el tiempo de la restauración universal y la humanidad
con el universo entero queden perfectamente renovados en Cristo. Mientras
peregrina en la tierra la Iglesia necesita de una permanente conversión y
renovarse siempre en el Espíritu y en la fidelidad al Señor.
En la comunión de los santos, con nuestros hermanos que
ya están en el cielo, consolida más firmemente a toda la Iglesia en la santidad. Por eso
alienta el culto de veneración a los santos y en especial a la Virgen María,
pidiendo la ayuda de su intercesión. Hace el Concilio unas recomendaciones
pastorales para que sea correcta la veneración a los santos y no ocupe el lugar
de adoración que se debe a Dios Padre por Cristo en el Espíritu Santo,
sino que mas bien lo enriquezca (punto 51 del capítulo 7).
Al final de los tiempos cuando Cristo se manifieste
glorioso y resuciten los muertos, toda la Iglesia de los santos alabará a Dios,
unida y plena en la felicidad del amor de Dios.
Conceptos
fundamentales del Concilio Vaticano II
COMUNIÓN: Unidad
en la diversidad, fuerza del Espíritu Santo que hace uno
lo diverso, como en Dios Trinidad, una Iglesia reflejo del Dios Trinidad.
PUEBLO
DE DIOS: Una familia donde todos son
importantes, con distintas vocaciones y carismas, con una identidad común y una
misma meta y destino.
DIÁLOGO: Apertura a lo diverso y a lo distinto, dentro de
la Iglesia y con otros cristianos, con el mundo y el hombre de hoy, capacidad
de lograr el encuentro y aspirar a la unidad.
IGLESIA
SACRAMENTO: De la misma
manera que Cristo es la manifestación del Verbo de Dios que se hace visible en
la humanidad de Jesús de Nazareth así es la Iglesia, la presencia de Cristo
Resucitado encarnado en la historia y la obra de la gracia del Espíritu Santo
invisible actuando a través de lo visible de la Iglesia. Cristo es
sacramento del Dios Invisible, la Iglesia es sacramento de Cristo. Es el camino
de la encarnación elegido por Dios Padre para comunicarse al hombre. Es el modo
de obrar de Dios que continúa en la historia.
La Iglesia se autocomprende a si misma de otra manera:
pasa de ser SOCIEDAD PERFECTA (definición de Belarmino S. XVI) a ser SACRAMENTO
UNIVERSAL DE SALVACIÓN, sacramento de la unión con Dios y entre los hombres (LG
1, 9, 48; GS 45; AG 1, 5; SC 5), es decir, signo e instrumento de la salvación
de Dios en la historia.
Esta nueva noción supone un cambio de pensamiento:
- La
Iglesia es un misterio, forma parte del plan trinitario de salvación del mundo
- Este
misterio está presente en la historia como Pueblo de Dios, realidad visible
- La
Iglesia no es la salvación, no es el Reino, sino solo su sacramento, su signo
- Por
ser sacramento es eficaz, fermento de salvación para toda la humanidad
- El
fin de la Iglesia no es ella misma sino el Reino, la unión con Dios y con los
hombres
De este modo el axioma
clásico: “Fuera de la iglesia no hay salvación” queda reformulado desde otra
perspectiva, más positiva: “La Iglesia es el sacramento universal de
salvación”. La Iglesia no es la comunidad de los únicos que se salvan, sino el
signo de la salvación incluso de aquellos que no pertenecen a ella. Es signo y sacramento
de la gracia de Dios que obra en todos lados, que a nadie excluye, que se
ofrece a todos, que está presente en toda realidad humana. La Iglesia no es
solo el signo de la misericordia de Dios para los que expresamente pertenecen a
ella, sino que es la proclamación poderosa de que la gracia ha sido dada ya al
mundo. Eso se hace visible en la Iglesia.
El Vaticano II aporto esta visión, que es de los
primeros siglos de la Iglesia. (1958 –
1963)
Juan XXIII lo convocó y
al fallecimiento del Santo Padre, lo culminó el Papa Pablo VI
p;&nbs�
Convocó el
Concilio Terminó
el Concilio
INDICE
CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA
Introducción (1)
Introducción
La Virgen y la Iglesia
Culto a la Virgen en la Iglesia
María, signo de esperanza
del P. Néstor
Cruz García